Lo romántico es
político
Ningún amor es ilegal
Otras formas de
quererse son posibles
¿Quiénes son las señoras que dejan de sufrir por amor?
Son mujeres diversas en todo sentido que habitan en muchos países
del mundo, que mediante un blog se han conectado, porque tienen un objetivo en
común: Quieren desaprender lo aprendido acerca del amor, acerca de los cuentos
que nos cuentan, quieren amar sin miedos, sin dolor. Desean mejorar y
transformar sus vidas. Quieren construir amor del bueno, que tenga buen trato y
así sentir alegría de vivir. Quieren hacer todo eso sin sentirse juzgadas,
donde se expresan con libertad, cuentan sus más íntimos secretos, comparten lo
que viven y han vivido, se cuestionan para conocer más sobre el tema, se
desahogan, y de esa forma aportan a la construcción de otras formas de querer, que
les permita sufrir menos y disfrutar más el amor.
Menos guerras románticas y más amor, por favor
Vivimos en un mundo en guerra permanente,
pero dicen que las peores guerras son las románticas: construimos el amor en base al
egoísmo y el interés propio, las luchas de poder, y la asociación de amor y
sufrimiento.
Donde tiene que existir una “prueba de
amor “, donde nos dicen que “los que más se pelean, más se desean”, “quien bien
te quiere, te hará llorar”, y “del amor al odio hay un paso” (y por tanto no
tiene nada de extraño estar un día en un extremo, y al día siguiente en el
otro).
En el cine y las telenovelas, en
general, las parejas y ex parejas se tratan fatal (con gritos, bofetones,
lanzamiento de objetos, acusaciones, amenazas, reproches, insultos,
humillaciones variadas, comentarios despreciativos, chantajes, acusaciones
fundadas e infundadas…), pero la mayor parte de sus peleas a muerte acaban en
reconciliaciones.
Las parejas se estancan en círculos
viciosos.
Nuestro amor romántico es una mezcla de
sufrimiento masoquista, sadismo gozoso, promesas y felicidad.
Anhelamos que el amor nos haga felices
pero también hemos interiorizado que para amar de verdad hay que sufrir mucho.
Por eso en lugar de horrorizarnos, nos conmueve ver a la gente que sufre por
amor, que enloquece, que destroza su vida o las vidas ajenas. No nos paramos a
pensar en la dimensión política, económica y social de estos romanticismos
violentos que asolan nuestras relaciones humanas.
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